miércoles, 13 de abril de 2016

Un cuentito ecuménico


I

                Ambrosio el Patriarca, se encontró en la situación de que tener que evitar que continúen las depravaciones, los tumultos y el caos social generalizado. Se vio obligado así a inventar una deidad, que rija las pautas de comportamiento y pacifique su comunidad convulsionada.


II

                Desde la esfera celestial, el dios Aromeq observaba la orquestación de los hechos y actores que le indicaban que era el momento de que vuelva a irrumpir su manifestación divina en el mundo terrenal de los mortales.


III

                En otro orden de percepción, el ladrón arrepentido Calafone vio conmocionado cómo Ambrosio el Patriarca recibía la iluminación divina de Aromeq, que les revelaba su existencia tras una intensa epifanía.




ANEXOS

IV

                En otros tiempos, más lejanos, y en otras tierras, igualmente distantes, la Hermana Ascensión instruía a los niños en la devoción al Todomisericordioso Aromeq, y en el respeto a los demás, como les enseñó el Profeta. Y todos los días recitaba su secuencia de plegarias sagradas (que van intercalando entre alabanzas e instrucciones, y así renuevan los contratos para una relación más fructífera entre las partes).


V

                En la esfera política, Miguel Tercero prepara los trámites para desligar al Estado de la Orden Clerical y cesar con el tributo de los pagos semanales, presionado por los disgustos que dejaron las secuelas de las últimas Guerras Aromequianas, mientras sigue mandando a sus hijas a la escuela religiosa Nuestra Señora de la Santa Devoción.


-I

                En el Albor de los Tiempos, todo era agua y barro. Aromeq usa el agua para crear el firmamento, y el barro para crear a las criaturas acuáticas. Luego toma algunas de esas criaturas, y las remodela para crear a los animales aéreos y terrestres.

                Al sexto día decora su creación con vegetales y minerales. Después de eso, para no sentirse solo, toma un fragmento de un espejo, y con eso crea al ser humano.

                Tras un período de armonía entre las criaturas de su Creación, ese último ser creado, un día se le rebela, negando su carácter reflectante y pretendiendo ser él mismo un dios, y entonces inventa el fuego. Con eso despierta la ira de Aromeq, que como castigo lo divide en dos partes desiguales.

Pero después de un tiempo, viendo que cada parte sentía fuertemente la angustia de esa división, les regala el Sol, la Luna y las Estrellas, para que se entretengan observando sus movimientos y así logren ignorar la angustia.

Luego de ello no les habló más, y con el trascurso de los milenios fueron olvidándose de su origen divino.







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